Resiliencia

08.05.2021

La resiliencia comenzó a estudiarse por John Bowlby en niños y niñas que habían pasado su niñez en condiciones traumáticas o privados de cariño o cuidados, es decir, habían tenido dificultades para desarrollar una relación de apego seguro  en la que su cuidador/a o figura significativa le diera amor de forma incondicional. La crianza genera el desarrollo de patrones de comportamiento y va configurando el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. «El apego seguro es la base para crear niños y niñas resilientes». Cuando el niño es rechazado o no recibe la atención amorosa necesaria se generan bases débiles que  no favorecen a priori las capacidades resilientes. Al crecer pueden generarse otras posibilidades de generar vínculos o relaciones reparadoras del proceso anterior. Es decir que es un proceso dinámico, que necesita de la interacción con otras personas y que puede ser reforzado a cualquier edad.

En resumen, resiliencia es saber afrontar la adversidad de forma constructiva. Saber adaptarse con flexibilidad y salir fortalecido del suceso traumático.

En una persona resiliente se distinguen las siguientes cualidades:

  • Autoconocimiento y autoestima
  • Empatía
  • Autonomía
  • Afrontamiento positivo de la adversidad
  • Conciencia de presente y optimismo
  • Flexibilidad y Perseverancia
  • Sociabilidad
  • Tolerancia a la frustración y a la incertidumbre

Las personas resilientes saben que esos momentos de crisis no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Se preguntan ¿qué puedo aprender de esto? El hecho de salir fortalecidos de las situaciones adversas puede implicar que en un futuro, ante una situación que nos despierte los mismos sentimientos de frustración, tristeza, rabia o desesperanza, podamos reaccionar de forma distinta, escribir una historia con otro final.